martes, 6 de julio de 2010

Luego fuego luego

Hay un esfuerzo imbécil en el hombre, quiere apagar el fuego.
El fuego quiere apagar…
Sube, baja, se va a la derecha a la izquierda, cambia de color, de intensidad, dice cosas escucha cosas y se vuelve salvaje, indomable, absurdamente claro en el significado, ciegos los lectores, imbéciles los ojos cuando miran, consume leños, arboles, tierra carbón combustibles y degradables, crea ideas y las destruye al segundo para dar paso a un alarido apocalíptico creador, sugiere, invita, salva, excita, medita y torna meditabundo al compañero, sea persona perro árbol hormiga exiliado o presidente, chispea se queja, chispea se acaricia, chispea deteriora y ama, se extiende y se contrae, explica y enamora, confunde y enamora, exterioriza y enamora, enamora y enamora 2, ¿eh?...
Si, enamora y enamora 2, enamora 2 y enamora 3, 4, 5. Cocina Corderos, Guisos y Salchichas.

Hay algo imbécil en el hombre, quiere apagar el fuego.
El fuego…

viernes, 2 de julio de 2010

Conversaciones

- Permítame su saco por favor señorita.
- No.
- ¿Por?
- Chupame la verga mogolico, no te voy a dar mi saco.
- ¿Por?
- Porque es mío.
- ¿Y?
- ¿Y qué?
- Digo… yo que sé. ¿qué tiene que ver que sea suyo?. Además no me insulte señorita. Si usted me insulta no me van a quedar más opciones que pensar que usted es una recalcada pelotuda con cara de palangana.
- Usted tiene una cierta negligencia en la búsqueda de opciones. Porque no piensa por ejemplo que no puedo evitar insultar porque de chiquita me pegaban en la espalda con un martillo de goma.
- Porque no tiene relación.
- ¿Y?
- ¿Y que?
- ¿Y que Por?
- ¿Y que por que?
- ¿Eh? Eso no tiene coherencia gramática.
- Váyase a la puta que lo pario imbécil.
- Déjeme adivinar, a usted de chiquita le pegaban en la espalda con un martillito de goma.
- No imbécil, con un martillo, no con un martillito.

Esa conversación responde a un periodo muy triste en la vida de Alberto Grimoldi y Juanita Verlichagasky. Mas adelante en el tiempo eran felices y tenían conversaciones del estilo siguiente:

- Hola
- Hola
- TE quiero.
- TE quiero.
- Chau
- Chau

El Narigón Pereira

Estaba El narigón Pereira terminando su última escultura cuando sonó el timbre de su taller. No podía darse vuelta porque la obra precisaba demasiada atención. ¿Puede alguien hacerse el zonzo frente a un llamado tan inmediato como el timbre, y solo por amor al arte? Claro que si, vean sino como a El narigón Pereira ni se le mueve un pelo por el asunto del timbre. Es muchísimo más importante terminar aquella obra de arte que viene acaparando su espíritu hace varias horas. Primero vino el boceto, luego el boceto a la basura para dar lugar a un boceto que comenzaba la serie de bocetos que daría el número exacto de 17. Una vez llegado al boceto cuya integridad satisfizo al artista, éste pudo proceder al siguiente paso: La preparación de un mate para disfrutar del momento y comenzar la preparación de los materiales. Actividad que realiza a diario, pero que por alguna razón El narigón Pereira intuía ésta vez tenía cierto encanto diferente. No se sabe bien porque, tal vez el saber que iba a sonar el timbre a determinada hora para cortarle la inspiración (ya sea por recibir una carta, a su novia, o a un galerista, es lo mismo a los términos de la historia a la que estamos atendiendo) lo pervertía en cierto modo en una especie de rara carrera contra el tiempo. O incluso la temperatura del taller sumado al olor del café, quien sabe que hace que un artista se sienta a gusto. De todos modos la obra había nacido ya en el, una parte estaba puesta en materia y otra en su proyección mental de esa obra. Toma el bloque de mármol, lo observa, se mira en el espejo a si mismo para reconocerse previo a comenzar a golpear. Redondo, Curvo, exacto, todo poco a poco comienza a tomar las inesperadas pero necesarias desviaciones de la idea. Suenan los Beatles, el Álbum Blanco lado 1 tres veces seguidas (los pone en repeat porque a veces se concentra tanto que ni escucha algunos temas que le gustan y presupone que si lo tiene en repeat, en algún momento lo escuchara con atención). Luego de cambiar al lado 2 y escucharlo 13 veces, la obra comienza a tomar mucha precisión. Bastante parecido a… a el mismo incluso. El Narigón Pereira mira a un Narigón de mármol al cual siente que le falta algo. ¿Sera el asunto de las cejas, los pelos de la nariz, el fondo? Narigón pensando en un narigón. (Quisiera aclarar que el Narigón no quería hacerse a si mismo, solo quería hacer un narigón. Pasa que los imbéciles que en vez de hacer arte criticamos el arte, no podemos ver más allá de nuestras propias narices y si vemos un narigón esculpido por otro narigón pensamos que es un autorretrato). Cuestión que El Narigón Pereira no podía encontrar la perfección de su obra y se estaba comenzando a impacientar. En ese momento exacto toco yo el timbre lo mas pancho, y claro, yo que sabía. Espero un rato, toco de vuelta, de vuelta, de vuelta, mil veces. Para la música y el sonido del otro lado de la puerta es más o menos así: “Tumpluuuuuuuuuccc Pucrrpuccrr pucrr”. (El primero es la caída del mármol, y el segundo y tercero responden al mismo rodando por el piso hasta detenerse)

- ¿Narigón estas bien?
- Uy la puta que te pario.
- Narigon, abri boludo.
- La concha tuya pelotudo pará.

El Narigón Pereira abre la puerta. Toda la nariz rota y ensangrentada. En el piso un autorretrato suyo, igualito mira, si hasta tiene la nariz rota y todo.

miércoles, 2 de junio de 2010

Metralletas y Bombas de estruendo

Ezequiel se sienta siempre en el mismo lugar cuando los mandan a jugar al salón verde en el jardín de infantes. Es por eso que le gusta Eliana, “esa chiquita con dientes de ajo” dice él. A Ezequiel le gusta ir al jardín, como a casi todos los nenes, pero a el le gusta un poco más porque en su casa sus padres se están siempre disparando con metralletas y tirando bombas de estruendo adentro del baño. Entonces cuando va al jardín no tiene miedo de que explote todo.

Ezequiel la está mirando a Eliana, Eliana lo mira con atención y le tira un ladrillito, de esos para armar casas, castillos, autopistas, o parques de diversiones para dinosaurios. Luego se ríe Eliana, pero Ezequiel medio que teme que termine en metralletas y se le acerca a preguntarle si está bien. “¿Estás bien?”, “Jajajajaja si!”. Bueh… en ese ínterin de conversación comienza una serie de estornudos, primero uno finito desde el fondo del salón verde, cortito y como contenido, de nena. Luego una serie de dos “Acheeeeuu Achuuuja!”, ya mas fuertes y del mismo lugar y con la misma voz. “Ah, son de la misma persona” le dice Eliana a Ezequiel. “¿Qué sabes?” le contesta el otro. “No seas marmota”. Pumba, metralleta de estornudos de Sol en el fondo del salón verde. “Eu eu Sol, Solci… ¿Sol, que pasa?” la maestra Morticia la trata de calmar pero no puede “Echuuuuuuuuuuueeeeeeeeuiiii Achuuiiuuuuuuuuuujjaaaaaaleeeeeeee” y no para no para no para. Vienen unos “enfermeros roncadores” a la sala, la miran a Sol. Sol mira a sus amiguitos y a Morticia. Ezequiel estornuda a ver si la puede ayudar en algo “Achis”, malísimo ni parece un estornudo. Se la llevan, Sol llora y estornuda “Buaaaaaaaaaaaaa Buaaaaaaaaachuuuuuuuuuujalllleiiiiiiiiiiiuuuuuuuuuuuu”.

Los nenes se quedan un rato haciendo nada, y luego vuelven a la normal interaccion anarquica del jardín. “Te quiero dar una cartita de amor, pero me da vergüenza”, “Damela damela damela dale” le contesta Eliana a Ezequiel. “No, te dije que me da vergüenza” y se da media vuelta y empieza a caminar por todo el salón verde, Eliana lo persigue y comienzan un juego torpe de persecución policial mientras se chocan con todos. “Dameeeeeeeeiiiiiuuuuiiiiuuuuuiiiiuuuuuu la cartiiiiiuuuuuiiiiuuiuuuuuuu” grita persiguiendo a Ezequiel la patrulla policial Eliana. Ezequiel huye a caballo “Trocotroc Trocotroc Trocotroc”, hasta que Eliana, mas rápida e inteligente lo atrapa fácilmente. “Damela Damela Damela dale!”. Ezequiel se pone a llorar, Eliana lo suelta y Ezequiel, menos inteligente pero mejor actor se muere de risa y vuelve a correr “Trocotroc Troco Troc”, pero se choca con Joaquin que se cae al piso y queda debajo de Ezequiel, quien no cayo al piso, pero cayo arriba de el. Unos dos segundos, Ezequiel mira si Joaquin llora, Joaquin no llora. Ezequiel se levanta, Joaquin no se levanta. Ezequiel mira a Morticia, la maestra, Joaquin no mira nada. Ezequiel se queda en silencio, Joaquin comienza “Bendito eres Jesus padre de todas las criaturas existentes en el etereo sacrosanto de Tutankamon. Dividido en 3 partes: Alma, espíritu y carne eres todo cuanto he necesitado. Dime oh Ala, dios del Coran y todas las estirpes Hinduistas del Shangrila ¿eres tu mi sueño eterno o soy yo el despertar de la naturaleza?... Fuertes congojas han de venir en estas tierras absurdas y no todo aquel que…” la maestra Morticia grita como loca tratando de calmarlo, no entiende nada de lo que pasa, parece poseído, no tiene a quien mirar son todos niños de 5 años. Unos rien otros lloran, Ezequiel toma la mano de Eliana, asustado “esa chiquita dientes de ajo”. Desesperacion, una puerta se abre, los “enfermeros roncadores” se acercan a joaquin. “Mira oh señor de todo lo que dentro mio se oculta a los ojos de los pecadores: Madre, Padre, Unidad, Tiempo eterno disuelto en fluido divino…” lo toman por pies y manos y lo retiran de la sala verde.

Ezequiel queda medio petrificado, el resto sigue jugando como si nada, la mano de Eliana aun tomada de la suya, fuerte. El resto juega, como si nada, como si nada juega el resto juega como si nada. La mano de Eliana tomada de la suya, ¿Qué es mas fuerte el impacto o el amor de la mano de Eliana “esa chiquita dientes de ajo” tomada de la suya? “uy si, la mano de Eliana, que fuerte! Como me aprieta”, piensa “Eu Eliana! ¿Que te pasa?” Pero Ella esta aterrada mirando hacia la pared. Se hace pis, no para, la mano fuerte lo sigue apretujando mientras sigue el pis cayendo por la pollerita. Las uñas se clavan ahora, mira la pared fijo fijo fijo desorbitándose poco a poco. La cabeza gira hacia Ezequiel “¿Lo ves? Ay ay ay Ezequiel, decime que lo ves”. “¿Si veo que? La pared si”. “no no no, aca en el aula al lado de la pared, ese mosntruo con cara de señor…” Gritando “AaaaaaaaaYYYYYYY ¿!¿!¿!¿!¿quien es ese señor!?!?!?!?!? Diganme que lo ven ¿Quién es quien es quien es?”. “Para Eliana por favor, te van a venir a buscar los enfermeros roncadores, porfa para para para dale dale te doy la carta”. Ella lo mira desorbitado “AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHYYYYYYYYY”. Los enfermeros roncadores, de vuelta. La agarran y se la llevan, Morticia lo mira con pena a Ezequiel, quien lejos de penar sale corriendo detrás de los enfermeros roncadores para seguirla a todos lados a Eliana. Nadie lo ve, el no se oculta pero nadie lo ve. Suben unas escaleras caracol, el los sigue. ¿Cuántos pisos? Mil, dos mil, muchos. Llegan a un piso rojo, que se hace verde, que se hace color Bazooka de sandía. Una puerta que aparece sola en la pared, entran. Desaparece, Ezequiel se queda afuera. Espera un rato, llora y no lo escucha nadie. “¿Nadie me va a abrir? ¿Que pasa?”. Se acerca a la pared y pone un ojo donde estaba la puerta, puede ver atravez de la puerta, “increíble” piensa con pánico. Lo que ve es lo siguiente: La habitación es circular, negra oscilante la luz a veces cambia a amarilla, en las paredes un monton de caños oxidados con fotos de Sol, Joaquin y Eliana, esa chiquita con dientes de ajo. De esos caños sale un fluido que se convierte en humo, el humo sube hacia unos destiladores que dan a un cubículo donde se aparece una gorda figura amorfa de carne transpirada. Respira Respira y lanza unos alaridos asquerosos. En todo el diámetro de la habitación los “enfermeros roncadores” corren sincronica y velozmente sin ninguna actividad más que aquella. Un parlante dice “A continuación un anuncio del director” y suena una chicharra espeluznante que no para nunca y que aturde a Ezequiel, quien baja los muchos pisos de la escalera caracol desesperado. En el jardín de infantes ya no queda nadie y escapa corriendo hasta llegar a su casa.

Allí dentro encuentra a sus padres, a los que les quisiera contar lo ocurrido. Pero estos no escuchan, estan demasiado ocupados disparando con metralletas y tirando bombas de estruendo adentro del baño.

martes, 1 de junio de 2010

Alergia

El aire quieto, pesado, inrrespirable casi. La luz que atraviesa el espacio deja entrever un polvo que flota lento de abajo arriba, de arriba a la izquierda, de la izquierda hacia arriba y así aleatorio. El sonido que ese espacio presentaba era un espectáculo reiterativo e insoportable: un ladrido en la calle, algún auto que pasa también en la calle, y aquí en el living por dios… el tic tac del reloj y el depósito del baño llenándose en la pared. Mi espalda está apoyada contra la pared y mis dedos tensos suplican, el resto del cuerpo piensa que está cómodo sentado en un sofá cama. Sofá cama de plumas, con ácaros, con pelos de perro… que poca inteligencia tenemos los alérgicos a veces. Intento pensar en algo para distraerme, pero me pica la nariz e interrumpe el pensamiento. ¿Qué era lo que quería pensar? Ah si… esa historia: “El tipo era un marciano en realidad, pero había quedado estancado en la 9 de julio como todo el mundo”, me invade la nariz la hija de puta, no vengas no vengas no vengas, por favor no vengass… “¿Qué es lo que hace un marciano parado en la 9 de julio? Estancado se queja del transito de siempre de este país de mierda. No no, no tiene sentido boludo, ¿que país de mierda? Si este ni lo conoce, viene de Marte”, Me empieza a picar la nariz de nuevo… “no te rasques”. Me pica me pica, me rasco la concha de la lora.

“El marciano esta parado en la 9 de julio en un Ami8, o en un Renault 12. Un gordo al lado en un Taunuss lo mira con cara de mal almorzado y levanta las cejas como tirando un eterno dictamen acerca del transito en Buenos Aires. El marciano devuelve el mismo gesto, ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Se comerá al gordo mal almorzado? No sabe, rasca el volante con ansiedad, el semáforo cambia mil veces de rojo a verde, de verde a rojo, el transito no avanza. Idiotas tocan bocina, el gordo también, el gordo también, el gordo también, el gordo además de también ahora putea y dice aquel dictamen de la ceja pero en voz alta. El marciano comienza a tener Hambre, Hambre de gordos mal almorzados. No para de pasar gente por el medio de los autos, bicicletas, bocinas, puteadas, criticas idiotas, Hambre Hambre Hambre, comer un humano… uno solito, un gordito mal almorzadito pensará el marciano en medio de este embotellamiento en la 9 de Julio. El gordo empieza a putear no para de putear no para de putear, gordo de mierda cállate le grita el conductor de un Torino que está atrás. El gordo se calla pero empieza a respirar fuerte y a hacer tics con la cara y el cuerpo. Listo, el maricano no puede mas, se está muriendo de tentación. No pueden ponerle tal plato enfrente, cuanto más molesto el gordo, más hambre le da al Marciano. Y casi aporteñado en un gesto dice masi yo me lo morfo a este. Levanta el piquito del Ami 8 o Renault 12 todavía no se, abre lentamente la puerta mientras su mirada se clava en el gordo mal almorzado, un pie luego el otro permiten que baje el cuerpo del marciano a la calle, al asfalto de la estancada 9 de julio. El gordo aumenta los tics mientras mira la desorbitada y transpirada cara del marciano que comienza a transformarse. A acercarse, con ganas, con hambre. Baba, espuma en la boca, la mano se acerca a la puerta del gordo del Taunuss, el gordo mal almorzado entra en pánico pero no tiene a donde huir. Abre la puerta el Marciano, el gordo grita AAAaaaaaaaaaa” ACHUUUUUUUUUSSSSSSS!!!! La concha de la lora y la reputa madre que lo pario con esta alergia de mierda.

jueves, 27 de mayo de 2010

Dimensiones

Justo 23 segundos antes que el camperón de cuero de Aníbal cayera sobre el sillón. Aníbal había comenzado a pensar que tal vez le gustaría llegar a su casa tranquilo, abrir la puerta con su habitual manojo de llaves y en el orden habitual, para tranquilamente poder dejar su camperón sobre el sillón. 25 segundos antes de que el camperón de cuero de Aníbal se deslizara suavemente sobre el apoyabrazos del sillón reclinable de la casa de un tal Aníbal, otro tal Aníbal estaba a punto de empezar a pensar que si su propio relajo mental se lo permitía, le gustaría tranquilamente abrir la puerta y dejar su camperón de cuero en el sillón. Un Aníbal que hubo una vez, o que hay otra vez, o que quisiera haber habido alguna puta vez, está cansado de pensar en que dentro de 27 segundos siempre un tal Aníbal quiere dejar su camperón sobre el sillón de mierda que está detrás de la puta puerta con llaves. Cierto pobre Aníbal, desearía con todo su potencialidad llegar a una casa, cualquier casa que su imaginario manojo de llaves pudiera abrir mediante el moralmente correcto uso de las mismas sobre la cerradura de la puerta, y con una tranquilidad que desahoga dejar con placer un camperón en el sillón, justito 38 segundos antes que otro Aníbal que hubiera querido ser ese Aníbal, piense algo similar.
Sin embargo, Aníbal llega a una casa cualquiera, ¿ajena? No lo sabe, pero se pone frente a la puerta. Al llegar a la puerta, por algún motivo saca sus manos del bolsillo del pantalón con la mirada puesta en la puerta, en la cerradura, en el bronce casi a punto de oxidarse de aquella cerradura que abre la puerta de la casa que tiene en frente. Un sonido adentro de la casa, como chirriante y acompañado de un olor a pollo hervido. Se altera, le gustaría que algún Aníbal sudara al menos ante tanta estupidez. Su mano derecha en el tránsito hacia afuera del bolsillo del pantalón olvidó su propósito, un tal Aníbal se lo recuerda “DIrigite hacia el bolsillo del camperón de cuero, ahí están las llaves que van a abrir la puerta”. La mano recuerda a medias, pero por las dudas opera según las ordenes de éste tal Aníbal. Toma las llaves, y una tras otra intentan girar dentro de la cerradura sin éxito. Un tal Aníbal observa por la ranura de las llaves hacia adentro y ve como un vestido azul que llega hasta la canilla de unas femeninas y descuidadas piernas se acerca. La otra mano, la derecha, se había quedado en el otro bolsillo. Otro tal Aníbal da la orden a la mano estanca, aproximadamente 14 segundos después de que un tal Aníbal había comenzado a pensar que tal vez le gustaría llegar a su casa tranquilo, abrir la puerta con su habitual manojo de llaves y en el orden habitual, para tranquilamente poder dejar su camperón sobre el sillón. Entonces, una mano derecha de un tal Aníbal no hace otra cosa que cumplir las órdenes de un tal Aníbal: se sale del bolsillo del pantalón, se dirige al pecho justo donde se separan los botones del camperón, toma una pistola calibre 22 millones de miles, la acerca a la cerradura y dispara hacia adentro. Un sonido denota que algo se desplomó al piso. Un tal sonido chirriante comienza, un tal vez olor a pollo hervido podría llegar a comenzar aunque aún no se sabe si lo hará.
El camperón de cuero de Aníbal cae sobre el sillón. Justo 23 segundos después de que Anibal había comenzado a pensar que tal vez le gustaría llegar a su casa tranquilo, abrir la puerta con su habitual manojo de llaves y en el orden habitual, para tranquilamente poder dejar su camperón sobre el sillón.

miércoles, 19 de mayo de 2010

La Memoria

Algo en la forma coincide, de a poco la hoja crece siempre como hoja
Se lo cuenta el tronco, el tallo, la raíz, el cielo, la flauta, el que duerme, el que flota.
Algo en la esencia reconoce un pasado, cierto como un brujo es que algo recordamos
Dicho, oído, intuido, derretido y vuelto a realizarse, aquello ahí está para que todo siga siendo como debe.

No podría la hoja contarte a vos, ni siquiera a sus hermanitas más próximas, aquellas otras hojas que vecinas siguen su rumbo al sol, como es que siempre hoja es, hasta que se convierte en otra cosa. Incluso esa otra cosa, procede igual que el resto de las cosas cuando se convierten en el destino propio de cada elemento, la transformación.

La Memoria está ahí, es por eso que tu, vos, el y yo, seguimos creciendo de la misma forma en que aquel primer hombre comenzó a crecer y dio el veredicto. Seguimos el ritmo evolutivo que responde a una memoria universal; Un crecimiento análogo al de las hojas de aquel duraznero que cada otoño las deja caer, para que otras vengan, también a caer.

¿La Memoria de la hoja es igual que la del hombre? “¿A qué Memoria te refieres joven? ¿A la memoria o a La Memoria?”

Por mucho que el búfalo quiera, por más esfuerzo que haga el pasto, con todas las idioteces que haga el ser humano, difícil será olvidar. Está escrito desde el nacimiento del primer hombre, extraña cosa es que neguemos esos recuerdos.